Pero no debo seguir así. Es malo, sobre todo por que pierdo clases de vital importancia (además del hecho que mis clases se pasan con un cierto porcentaje de asistencia, porcentaje del cual yo me encuentro en el límite). Llueve o truene, la estudiante de gastronomía estará ahí, lista y dispuesta a tomar las clases que hagan faltan para no reprobar un curso. Porque si eso pasa, entonces mi padre gritara, los cielos se abrirán y un dragón bajara volando del cielo a quemarme con las llamas de su boca
< Yo gratinada y servida como postre de Melocotón
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